La demanda de Nintendo contra Jesse Keighin: Un precedente para la defensa de los derechos de autor

Desde noviembre de 2024, Nintendo ha estado impulsando enérgicamente el caso contra Jesse Keighin, conocido bajo el seudónimo EveryGameGuru.
La demanda gira en torno a amplias acusaciones de infracción de derechos de autor, incluyendo la distribución de emuladores, transmisiones ilegales previas al lanzamiento de juegos y el intercambio de códigos de descifrado.
Aunque el caso inicialmente parece ser una medida aislada, se sospecha que forma parte de una estrategia disuasoria más amplia. Cabe destacar que también se están considerando acusaciones de destrucción de pruebas y obstrucción deliberada del proceso de notificación, debilitando aún más la posición del demandado.
Enfoque Estratégico de la Demanda
La demanda contra Keighin consolida numerosas formas de infracción de derechos de autor digitales en un único proceso. Nintendo acusa al demandado no solo de socavar sus propios títulos a través de "emuladores ilegales de Switch" y "presentaciones públicas no autorizadas", sino también de incitar la distribución masiva de copias piratas. Se hace especial énfasis en las transmisiones en vivo de juegos aún no lanzados, lo cual se clasifica en la demanda como una "violación reproductiva de la propiedad intelectual".
En paralelo, el intercambio de pequeños archivos, como claves de descifrado, se considera una violación de la Ley de Derechos de Autor del Milenio Digital (DMCA).
Este argumento busca abarcar legalmente incluso acciones marginales con el fin de crear un amplio efecto disuasorio. "Acciones individuales relativamente menores pueden tener serias consecuencias", se desprende de la demanda – un indicio de la intención disuasoria detrás del proceso.
Escalada por Destrucción de Pruebas
Incluso antes de que se presentara la demanda, Nintendo enfrentó desafíos que iban más allá de los aspectos puramente legales. En un correo electrónico del 8 de noviembre de 2024, se le pidió a Keighin que restaurara el contenido en línea eliminado para cumplir con su "deber de preservar pruebas". La solicitud quedó sin respuesta, lo que llevó a Nintendo a hablar públicamente de "obstrucción intencional del proceso de notificación".
Múltiples intentos de notificación en varias direcciones fallaron, a pesar de que cinco de estas direcciones habían aparecido previamente en las contra-notificaciones DMCA de Keighin. Una captura de pantalla de una publicación de Facebook en la que el demandado declara "no tener interés en cooperar" subraya la acusación de Nintendo de obstrucción activa. Además, una publicación en redes sociales documenta la intención de Keighin de provocar a la compañía "haciéndoles malgastar honorarios de abogados" antes de que "deje a Nintendo con las manos vacías".
Efectos Colaterales
El caso Keighin pone de manifiesto las tensiones entre la aplicación de los derechos de autor y la subcultura digital. Mientras Nintendo actúa prácticamente sin riesgo legal, ya que el caso individual no desencadena una crisis de relaciones públicas, la comunidad de jugadores enfrenta un dilema: las actividades basadas en emuladores, a menudo realizadas por nostalgia o interés técnico, se encuentran cada vez más bajo escrutinio en zonas grises legales.
Un precedente comparable de 2023, la demanda contra la plataforma de emuladores Yuzu, concluyó con un acuerdo que no proporcionó ninguna aclaración sustantiva.
El anuncio de Keighin de "pasar a la historia de los videojuegos" podría irónicamente lograr exactamente lo contrario: una "sentencia en rebeldía incontestada" le daría a Nintendo una victoria simbólica sin sentar ningún precedente legal. TorrentFreak escribió sobre esto en un artículo.
Comentario
La escalada de este caso suscita interrogantes sobre el equilibrio entre la aplicación de la ley y la percepción pública.
Mientras Nintendo protege su marca, Keighin utiliza las redes sociales como un escenario para transformar los procedimientos legales en una lucha de poder personal. "Debieron haber investigado más sobre mí", comenta provocativamente el demandado – una actitud que no solo aumenta su riesgo, sino que también refleja la complejidad de los debates modernos sobre derechos de autor. "Ustedes podrán dirigir una corporación. Yo controlo las calles."